Al aproximarse las fiestas de Halloween abundan las historias de monstruos y criaturas extraños. Entre los más temidos en EE UU destaca la bestia legendaria conocida como "chupacabras". Pero el monstruo "real" no es más que un coyote con sarna.
La existencia del “chupacabras” se mencionó por primera vez después de ataques contra el ganado en Puerto Rico donde se encontraron ovejas muertas y con heridas punzantes, sus cuerpos totalmente drenados de sangre. Informes similares empezaron a llegar de otros sitios en América Latina y Estados Unidos, donde varias personas que decían haber visto animales de aspecto maligno, parecidos a perros o a roedores o a reptiles, con largos hocicos, enormes colmillos, una piel correosa o con escamas verdosas y un olor muy desagradable.
Los científicos que estudiaron algunos cadáveres de chupacabras llegaron a la conclusión de que los temidos monstruos eran realmente coyotes con casos extremos de escabiosa o sarna, una enfermedad causada por ácaros que se alojan debajo de la piel. Según Barry OConnor, biólogo de la Universidad de Michigan, el ácaro responsable de la extrema pérdida de pelo que se ve en el “síndrome del chupacabras” es el Sarcoptes scabiei, que causa también escozor.
Los estudios de evolución realizados por OConnor indican que los ácaros de la sarna han estado con los seres humanos a lo largo de toda la historia de la evolución, dándonos tiempo de sobra para que desarrollar defensas. Cuando los humanos empezaron a domesticar animales, el Sarcoptes scabiei encontró todo un contingente nuevo de víctimas potenciales. Los perros domésticos han sido anfitriones de los ácaros el tiempo suficiente como para desarrollar la capacidad de combatir la sarna, pero cuando la condición se propaga a los miembros salvajes de la familia canina -zorros, lobos y coyotes- la cosa se complica.
En estos animales el gran número de ácaros que se alojan bajo la piel causan inflamación y esto lleva a un engrosamiento de la piel. El suministro de sangre a los folículos del pelo se interrumpe, y cae la pelambre. En casos especialmente graves, la condición debilitada del animal deja abierta la entrada a las bacterias que causan infecciones de piel secundarias, las cuales a veces producen un muy mal olor. Ponga todo esto junto y ya tiene una monstruosidad fea, pelada, correosa y maloliente: el chupacabras.
“Dado que estos coyotes están muy debilitados tienen mucha dificultad para cazar”, dijo OConnor. “Por eso se ven forzados a atacar el ganado porque es más fácil que perseguir un conejo o un ciervo”.
Fuente: @muyinteresante
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